viernes, 18 de febrero de 2011

Berlusconi, el macho

Berlusconi, el macho


Por lo sabido de él a lo largo del tiempo, da la impresión de que Berlusconi tiene mucho de macho y muy poco de hombre. Con eso está dicho casi todo de este indecente mafioso metido a político.

Jaime Richart
Para Kaos en la Red


Por eso merece que sean tres mujeres, y no otros machos, quie­nes juzguen a Berlusconi por un delito de corrupción de menores. Pues por más racionales que sean tres hombres o uno solo, siempre predominará en ellos la visión machista de la vida después de siglos arrastrando el macho por los pelos a la hembra. Hay que ser muy hombre, no muy macho, para juzgar a un tipo despreciable como Berlusconi que tiene todo el poder feudal y toda la depravación de Calígula (sólo falta saber si es aficionado también al bestialismo como este antiguo emperador). Y hoy día la deriva cultural nos trae a muchos machos pero pocos hombres en el sentido que tenían de la hombría Rudyard Kipling, Séneca y en general los clásicos. Por eso la salvación está en que le juzguen tres mujeres.




Claro que nos importa un pimiento que sea una bestia, pero el caso es que si el juicio realmente llega a celebrarse, será la socie­dad italiana la que salga airosa probando que no está dispuesta a dejarse corromper del todo por un fascista que salió electo con mi­llones de votos untados. Por mucho que se quiera justificar la pre­sencia de este botarate en la dominación de Italia a base de ra­zones democráticas, el hecho cierto es que Italia está en unos nive­les de corrupción y de decadencia moral gracias a él y sólo posibles gra­cias a la complicidad del papa que, estando a un paso de él, no es capaz -o no quiere serlo- de pararle los pies. Claro que práctica­mente todos los medios están en manos del cavaliere, y por otro lado ¿qué fuerza moral tiene el papa para amonestarle cuando la historia de los papas está plagada de indecencias?



El caso es que tres jueces mujeres pueden hacerle morder el polvo a un depravado en la política, que tiene a Italia sodomizada ante la pasividad de tantos machos nada hombres, además dispuestos a imitarle. No en vano Humberto Eco advierte de la tendencia de las democracias occidentales a hacer de Berlusconi el paradigma.



Ya que, como el gánster de Chicago de los años 30, Al Capone, se ha librado Berlusconi hasta ahora de sentarse en el banquillo por delitos mucho más graves, confiemos en que estas tres juezas hagan tragarse a este repulsivo tipo sus ofensas. Confiemos, sobre todo, que por fin sustancien un proceso contra él aunque luego se salga de rositas, que es lo más probable. A fin de cuentas, como dice un proverbio jurídico: "el proceso es en sí mismo una condena". Berlusconi, en todo caso, es la encarnación postmoderna de la de­cadencia que acabó con el Imperio Romano cuyo cargo de empera­dor acabó subastado y en manos del bárbaro Odoacro; un individuo, por cierto, que era mucho más civilizado que la mayor parte de los emperadores precedentes.



 
 

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