Los varones frente al cambio de las mujeres
Luis Bonino Méndez
En este fin de siglo las mujeres, en su lucha por la igualdad , están cambiando su relación con el mundo y consigo mismas. El cuestionamiento de la hegemonía del poder masculino y el fortalecimiento de sus derechos como personas/ciudadanas son parte de esta lucha, que desafía los modelos tradicionales de relación entre mujeres y varones.
No cabe duda que los varones son concientes de este desafío. Pero, ¿están reaccionando?, ¿cómo?, ¿qué posición están adoptando frente a las nuevas mujeres?.¿Ante los cambios de las mujeres, ellos a su vez están cambiando ?, y si lo están haciendo, ¿en qué dirección?, ¿cuáles son las tendencias dominantes de cambio en los varones en el mundo actual?.¿Cuáles serían las reacciones y cambios deseables en ellos y según qué criterios?, ¿existen modos de estimular dichos cambios? En las siguientes líneas, trataré de dar algunas respuestas a estas preguntas, centrándome para ello en lo que sucede con los varones del mundo occidental desarrollado.
No es la primera vez en la historia que frente al cambio de las mujeres, los varones individual y socialmente se han visto afectados, pero nunca hasta hoy lo han sido de un modo tan general. Este cambio está generando modificaciones tan globales en las relaciones que ningun varón puede permanecer neutral, ya que al modificarse tan radicalmente el lugar asignado a la mujer en la cultura, esto no puede sino provocar complementariamente un cuestionamiento del propio lugar del varón en el mundo, ante las mujeres, ante los otros varones y ante sí mismo.
Uno de los modos con los que se suele describir esta situación masculinaes decir que los varones se encuentran en una crisis de identidad . Sin embargo, esta definición no se ciñe a la realidad, ya que las preguntas de quien siente su identidad en crisis (¿quién soy ?, ¿de dónde vengo?,¿adónde voy?) no son planteadas por la mayoría de los varones. Lo que sí es verdad es que actualmente hay una gran crisis, pero de legitimación del modelo social de masculinidad tradicional. Dicha crisis quita validación a muchas "verdades" masculinas, entre ellas la de la "naturalidad" de la subordinación de la mujer, lo que genera no una crisis pero sí inquietud y desconcierto a muchos varones.
Ahora bien,¿cómo podemos saber -más allá de los datos de nuestras encuestas cotidianas- como afectan realmente a los varones los cambios de las mujeres, sus luchas por la igualdad de derechos y la creciente deslegitimación del modelo masculino tradicional?.
Existen pocas investigaciones que se ocupan de esta cuestión. Pero, si a sus conclusiones, agregamos la información que surge de analizar las acciones producidas en los últimos diez años por los movimientos y luchas sociales que tienen a la masculinidad y la posición de los varones como tema principal, algunas de nuestras preguntas iniciales quizás pueden comenzar a ser contestadas.
Los varones frente a los cambios femeninos
En el mundo latino y anglosajón existen pocos estudios que investiguen específicamente el impacto que tienen los cambios de las mujeres en el comportamiento masculino. En España se han realizado en los últimos diez años sólo tres investigaciones, que por su jerarquía, tomaremos como referencia. Dichas investigaciones nos muestran diferentes tipos de respuestas masculinas al cambio femenino y también -como representante de ese cambio- al feminismo, que son producidas por tres categorías de varones:
Los contrarios a los cambios de las mujeres. Se encuentran más frecuentemente entre los mayores de 55 años ( y también entre los menores de 21 años), o entre aquellos con estudios medios, relacionados con mujeres que solo realizan tareas domésticas, afectados por el desempleo, trabajadores no cualificados y que viven en ciudades pequeñas. Tienen un discurso androcéntrico, machista o paternalista . Reconocen que las mujeres son más autosuficientes en la actualidad, pero lo valoran únicamente si ellas no les reclaman más igualdad. Si ellas lo hacen, suelen reaccionar con ira, alejándose en actitud victimista o actuando con diversos grados de violencia para "ponerlas en su lugar", ya que ellas "atacan" los roles genéricos establecidos. Son habitualmente antifeministas, descalificadores o desconocedores de las reivindicaciones femeninas. Suelen entender la lucha de las mujeres no como esfuerzo hacia la igualdad sino como intentos de éstas para dominar a los varones.
Los favorables a los cambios de las mujeres. Son en general jóvenes, de estudios superiores, solteros, sin hijos, relacionados con mujeres que trabajan en el ámbito público y que viven en ciudades grandes. Muchos de ellos se reconocen confusos por la falta de modelos masculinos de referencia que les resulten atractivos. Algunos no cuestionan su propio rol: entre ellos algunos son utilitarios ya que se benefician de los cambios de las mujeres (por ejemplo que ella trabaje e ingrese dinero) sin ofrecer nada a cambio. Y otros son igualitarios unidireccionales que aceptan que las mujeres asuman "funciones masculinas" pero no a la inversa, por lo que en la práctica son desigualitarios porque sobrecargan a las mujeres al no compartir. Otros pocos, cuestionan su propio rol: algunos son compañeros , atentos a cambiar para permitir una convivencia igualitaria. Y otros, en aumento, son acompañantes pasivos que delegan la iniciativa en las mujeres, provocando una inversión de los roles tradicionales donde él no asume casi ningún comportamiento "masculino". Muchos de estos varones se definen como profeministas aunque lo son mucho más a nivel ideativo que práctico, creyendo mayoritariamente que la lucha por la igualdad la deben afrontar sólo las mujeres.
Los ambivalentes frente al cambio de las mujeres. Predominan entre los que están alrededor de los 45 años, algunos en pareja con mujeres que trabajan en el ámbito público, y con hijos. En algunos predomina el acuerdo y en otros el desacuerdo con los cambios de las mujeres, por lo cual en asuntos muy determinados (lo doméstico o el dinero, por ejemplo) se pueden transformar en uno u otro de los varones de las categorías anteriores. Son los más quejosos, porque se sienten desorientados, incomprendidos y desconcertados por los cambios de las mujeres a quienes ya no pueden ( ni muchas veces desean) controlar. Viven los cambios femeninos como una pérdida de rol, reaccionando más con aislamiento o resistencia pasiva que con violencia. Muchos son resignados- fatalistas que aceptan, no sin cierto disgusto, que las mujeres seguirán cambiando mal que le pese a los varones, e intentan acomodarse como pueden. Otros entran en crisis, y a veces solicitan psicoterapia, (generalmente a iniciativa de sus parejas). Casi todos se sienten cansados de las reivindicaciones femeninas, de lo que se les exige asumir y cambiar, de que no se valoren sus esfuerzos de adaptación, de no ver cuándo terminarán los reclamos. Temerosos de que las mujeres "les ganen" en varios campos, la mayoría creen que deben cambiar, pero se resisten a tomar iniciativas porque lo viven como pérdida de privilegios y comodidades. Algunos exageran sobre sus cambios, y esperan grandes aplausos por "sus sacrificios", pero todos están convencidos que los cambios de las mujeres son imparables. Como solución de compromiso, es frecuente que se comporten de un modo restrictivo, pragmático-acomodaticio en su comportamiento, pero vacío de contenido reflexivo. Acuerdan más intelectualmente que vivencialmente con la igualdad. Algunos permanecen con fuertes ideas machistas, pero por mala conciencia no se animan a manifestarse, otro son profeministas. Algunos siempre han sido antifeministas , y otros son ex-profeministas que han abandonado su apoyo al feminismo por sentirse atacados e incomprendidos por los reclamos de las mujeres.
Estas tres categorías están representadas por tercios entre los varones españoles. En los últimos años se está produciendo un lento aumento de los varones favorables a los cambios de las mujeres, y ello se produce entre aquellos menos apegados al modelo masculino tradicional. Sin embargo, también estén aumentando los contrarios a dichos cambios en los menores de 21 años y en los parados (estos varones suelen ver a las mujeres como muy capaces y como más directas competidoras en el mundo estudiantil-laboral).
En los últimos 20 años se están impulsando, por parte de los varones de varios países occidentales desarrollados (especialmente los escandinavos, EEUU, UK, Australia y Canadá), una serie de actividades organizadas, luchas y reinvindicaciones que tienen a la masculinidad como tema principal,y a las que se ha dado en llamar "movimientos".
Ninguno de ellos considera a la masculinidad como algo garantizado y natural, sino algo a transformar o conservar, algo que hay que defender o por lo que hay que luchar. Todos intentan dar respuesta a la pregunta ¿qué es ser un hombre hoy?. Y todos también, directa o indirectamente, intentan ser una respuesta- grupal en este caso- al desafío que suponen los avances y cambios de las mujeres y el feminismo.
Dichas prácticas sociales se están desarrollando en el terreno sociopolítico, asociacionista, académico, asistencial y educativo , y se divulgan con fuerza a través de los medios de comunicación y publicaciones en algunos países, utilizando especialmente Internet como modo global de difusión.
Estos movimientos son casi inexistentes en España, aunque algunos están teniendo una moderada penetración mediática y editorial. Los pocos grupos y actividades que están apareciendo en este país, lo están haciendo de manera muy mimética al modo y con las ideas con los que estos movimientos surgieron en sus paises de origen.
De acuerdo a sus diversas concepciones y abordajes respecto a la masculinidad, se pueden diferenciar actualmente cinco movimientos de varones:
1) El movimiento profeminista o antisexista. Casi desconocido en España, surgió en los paises anglosajones y escandinavos a principios de los 70, asociado a los movimientos por los derechos civiles. Constituido por varones generalmente de sectores medios, afines a las ciencias sociales y educativas, favorables a los cambios de las mujeres y que se nutren de las ideas del feminismo de la igualdad. Acusados por otros varones de promover la cultura del varón "blando", y observados con desconfianza por algunas feministas radicales, quienes participan en este movimiento reconocen la responsabilidad masculina en el mantenimiento de la subordinación social de las mujeres y ejercen una autocrítica sobre el propio ejercicio del poder. Rechazan el modelo masculino dominante, el sometimiento acrítico al corporativismo viril y la homofobia, y proponen el activismo social, la investigación académica y la formación de grupos de reflexión de varones para desconstruir el ideal de masculinidad tradicional, romper la complicidad masculina antisexista y practicar la igualdad con las mujeres.
Desde sus comienzos, gran parte de la actividad de este movimiento se ha centrado en la generación de estrategias contra la violencia hacia las mujeres y de estrategias educativo/asistenciales para el cambio de la masculinidad violenta, así como en el apoyo a las políticas antirracistas y pro-derechos de las personas homosexuales. Intentar producir cambios en los varones hacia la igualdad y hacia modelos masculinos pacíficos y antisexistas, sigue siendo su objetivo principal. En este movimiento se encuentran numerosas asociaciones y grupos -algunos conocidos por sus siglas-, entre los que podemos mencionar a: NOMAS en EEUU, Achilles Hell en UK, IASOM en Noruega, XY en Australia, Men for Change en Canadá,
En el ámbito académico, este movimiento tiene su inserción a través de los Estudios críticos sobre los varones y las masculinidades -los men´s studies-, que incorporan la categoría de género en su marco referencial. Nutren dichos estudios numerosas investigaciones sobre la historia, las diferencias culturales y los cambios sociales de las masculinidades, así como sobre las temáticas del poder, la sexualidad, las nuevas paternidades, la construcción de la subjetividad, la violencia, la salud, y las políticas de cambio para los varones. (Hearns,1989; Kimmel,1992; Kaufman, 1992; Seidler,1992; Connell, 1995; Bourdieu,1998). En el ámbito educativo, quienes participan del movimiento se han dedicado sobre todo al desarrollo de programas de educación para transformar los estereotipos masculinos (Salisbury, Jackson,1996). En España, J.V. Marqués ha sido un pionero en esta línea. De la variada producción escrita de este movimiento, en nuestro país no existe prácticamente nada , ni producido aquí, ni traducido al castellano.
2) El movimiento mitopoético. Surge en EEUU a finales de los años 80 asociado a la etapa conservadora de Reagan, y a la aparición en la sociedad anglosajona de reacciones de rechazo al avance de los 70 en las luchas de las mujeres por la igualdad. Liderado por el poeta Robert Bly (Bly,1990), este movimiento está formado principalmente por varones blancos heterosexuales, de clase media , frustrados por la falta de éxito laboral para el que estaban socializados. Algunos de ellos están abiertos al ecologismo y a las ideas de
3) El movimiento de las terapias de la masculinidad. Desarrollado a partir de los años 80 por varones preocupados por la "crisis" de la masculinidad se fue estructurando alrededor de multitud de teorías y prácticas psicológicas utilizadas para apoyar a los integrantes del colectivo masculino en la "reconstrucción" o "redefinición" de su identidad "dañada" por los cambios sociales y femeninos. Expresa en la vertiente psicoterapéutica a los dos movimientos anteriores, y por ello en él hay dos corrientes que trabajan ambas sobre el aislamiento y el encierro emocional de los varones, aunque de modo muy diferenciado. La primera corriente, la más conocida y con mayores seguidores está especialmente influenciada por las ideas de Bly, Jung y Perls sobre los arquetipos, el psiquismo masculino, las razones de su sufrimiento y los caminos del cambio. Su trabajo se centra en abordar y disminuir los "perjuicios" del rol masculino, "cicatrizar las heridas de la masculinidad" y reasegurar la alicaida autoestima masculina. No tiene demasiado en cuenta a las mujeres (excepto como Diosa o Madre), pero valora lo "femenino" , aspecto que los varones deberían incorporar para ser más plenos.
Esta corriente y el movimiento mitopoético del que proviene son mayoritarios en los ambientes no académicos. Es también la que ha producido mayor publicaciones de terapias de autoayuda para varones, y de "comprensión del comportamiento masculino" para mujeres. Estos géneros han tenido a principios de los noventa un gran boom editorial en los paises anglosajones (Bly,1990; Fisher,1990; Kipnis,1991; Moore y Gilette,1991; Shapiro, 1992; Kreimer,1994,). Casi todos los libros que circulan en lengua castellana por España -ya sea autores iberoamericanos o traducidos del inglés- pertenecen únicamente a esta corriente y al movimiento mitopoético, y han sido difundidos por importantes editoras comerciales. Por ello, muchas personas que son sólo hispanohablantes han llegao a creer que lo que en ellos está escrito es lo único que se piensa, se dice y se hace en relación a la cuestión masculina y al posicionamiento de los varones ante las mujeres.
La segunda corriente, menos conocida, está impregnada de la perspectiva de género y de las ideas posfreudianas de la importancia de la fase preedipica en la constitución de la masculinidad. Su trabajo se centra en las dificultades de los varones para renunciar a los"beneficios" abusivos del rol masculino, en transformar la violencia ( contra las mujeres y contra sí mismos), en eliminar la homofobia y en reconsiderar el sentimiento de baja autoestima masculina (producido frecuentemente por la impotencia de no poder ser "un hombre de verdad") . Tienen en cuenta a las mujeres y los malestares que les provoca el poder y la dominación masculina. Quienes trabajan en esta corriente, así como sus publicaciones, son minoritarios en el movimiento de las terapias de la masculinidad (Scher,1987; Bograd,1992, Kupers,1993). Sin embargo tienen presencia institucional (por ejemplo en
Si bien estas dos corrientes son casi antitéticas, varias personas y grupos, intentan articulaciones entre ellas. Entre ellos: las Asociaciones por el desarrollo de la paternidad -Fatherhood´s groups- o algunos terapeutas anglosajones (Goldberg,1977; Keen,1991; Rowan,1997).
4) El movimiento por los derechos de los hombres o "men´s rights". Se entremezclan aquí varones defensores de derechos patriarcales con varones defensores de derechos igualitarios, que comenzaron a agruparse a partir de fines de los años 80, alertados por lo que consideraban el aumento de situaciones sociales favorables a las mujeres y adversas hacia ellos. Algunos grupos que conforman este movimiento están integrados por quienes dicen que "las mujeres han ido demasiado lejos" discriminádolos en sus avances, y que las leyes actuales generan situaciones que los desfavorecen (hacer la mili, jubilarse más tarde que las mujeres, no ser beneficiarios de planes de acción positiva como ellas, etc). Por ello se oponen a algunos avances femeninos y a los actuales planes de igualdad porque dejan de lado o van contra los "derechos masculinos". Nombres como FREE o NCFM en EEUU, o Forza hommes en Cataluña, representan esta corriente, en la que algunos de sus líderes- tales como W.Farrell- son ex-profeministas de los años 70. Están habitualmente en contra del feminismo de la igualdad. Otros grupos de este movimiento están formados por varones que se centran en llamar la atención sobre sus derechos descuidados por las leyes, sin confrontar con el colectivo femenino. (por ejemplo, luchando por el estudio de las enfermedades masculinas , contra la circuncisión, o por la insumisión al servicio militar). Estos grupos pueden estar a favor de las luchas y avances de las mujeres.
Finalmente, dentro del movimiento tienen gran importancia - tanto que actualmente son su principal representante-, los grupos por los derechos de los padres, (father´s rights). Están constituidos por varones padres divorciados o separados de parejas de hecho, que reclaman contra los obstáculos legales que limitan el ejercicio de su paternidad, especialmente contra la mayor consideración de las leyes de familia para con la madre y el balance a favor de ellas en las leyes de custodia. En estos grupos hay tanto varones antifeministas como profeministas.
En el mundo desarrollado, así como en España, este movimiento de los men´rights es el que más ha incrementado en los últimos cinco años los grupos, asociaciones y federaciones que lo componen, así como su activismo social, desplazando al mitopoético, hegemónico a principios de los 90.
5) Fundamentalismo masculino. Formado por varones tradicionalistas, principalmente casados, que defienden los lugares del varón como padre-autoridad y proveedor y el de la mujer como madre/ama de casa, así como los valores masculinos dominantes. Participan de las ideas de la derecha radical norteamericana y europea y se oponen a los cambios de las mujeres que pongan en peligro la distribución tradicional del poder entre mujeres y varones y los roles tradicionales. Aunque no se autoproclaman como fundamentalistas, esa es la ideología que agrupa a los integrantes el movimiento.
Rechazan el feminismo de la igualdad y aceptan con reservas al feminismo de la diferencia, aplaudiendo su valoración de la madre, y ha sido protagonista fundamental del llamado "backlash" (Faludi,1991). Ha incrementado en los últimos cinco años su actividad contra los avances de las mujeres, a través de la creación de grupos antiabortistas o de "defensa del macho" . De gran desarrollo en EEUU , grupos tales como Promisekeepers o
Podemos incluir también aquí a una serie de prácticas sociales, que si bien no están conformadas para defender específicamente a los varones, promueven los aspectos violentos de la masculinidad dominante. Actividades tales como ciertos lobbies (de armas, militaristas) o ciertos grupos ( jóvenes ultras, neonazis, bandas callejeras violentas, etc.) que fomentan el uso de la violencia, la que al final, en el mundo actual siempre se ejerce del modo más brutal contra las mujeres y niñas/os y no sobre los propios varones.
Los varones en movimiento y cambio
Creo que la información precedente nos muestra un cuadro bastante abarcativo, de lo que está pasando, ante al cambio de las mujeres, con los varones del mundo desarrollado de fin de milenio. De este panorama quiero destacar al menos dos hechos significativos:
El primero es que los varones a los que nos referimos se están agrupando -individual y socialmente-, en algunos pocas posiciones en relación al cambio de las mujeres:
· La posición a favor del cambio, con una propuesta de trato igualitario, que supone entender que también los varones deben realizar cambios.
· La posición a favor del cambio, pero con aceptación utilitarista o delegando en las mujeres toda iniciativa e invirtiendo los roles tradicionales.
· La posición a favor o de indiferencia ante el cambio, mientras dichos cambios femeninos no cuestionen derechos masculinos o roles adquiridos ni les creen a ellos demasiadas contradicciones.
· La posición en contra de dichos cambios, puesto que atentan contra "la natural" relación entre mujeres y varones.
Estas mismas posiciones permiten apreciar también las relaciones de los varones con el feminismo (de la igualdad) . Así, existen varones y grupos de varones profeministas (en general más desde el apoyo intelectual), aceptadores o indiferentes "con reservas" del feminismo, y antifeministas. El feminismo de la diferencia habitualmente no ha producido reacciones en los varones en tanto no los cuestiona directamente (Porter,1992).
Cada varón no necesariamente permanece siempre en la misma posición, sino que circula dinámicamente por ellas, variando su pertenencia según su edad, sus situaciones personales, y su grado de conciencia de la justicia entre géneros. Cabe agregar que según muestra la experiencia clínica con varones, dichas posiciones están también contradictoriamente luchando dentro de cada uno de ellos (Sher,1987).
La segunda comprobación es que, desde una perspectiva relacional, cada varón -o grupo de varones- realiza, ante las mujeres, acciones específicas, diferenciadas y coherentes con su adscripción a una determinada posición de las antedichas. Estas acciones son movimientos vitales que se producen en varias direcciones dentro de los ejes acercamiento/alejamiento, reconocimiento/rechazo y dominación/subordinación. Según la posición asumida estos movimientos son:
· acercamiento y reconocimiento con intercambio cooperativo desde una óptica igualitaria de búsqueda de bienestar compartido.
· acercamiento y reconocimento parcial con intercambio utilitario, o desconfiado frente al "poder" femenino.
· acercamiento y reconocimiento con pasivización masculina.
· alejamiento con separatismo, y aislamiento o refugio en el mundo masculino y en la búsqueda del bienestar individual.
· rechazo, confrontación y tentativa de subordinación.
Si observamos estas dos comprobaciones desde una ética de la justicia y el respeto de género, nos podemos hacer numerosas preguntas. La primera: ¿Son todas estas respuestas de los varones dignas de igual valoración? La respuesta es que no. Solamente la primera posición y su movimiento correspondiente son valorables, en tanto se sostienen en el paradigma de la igualdad. Son una posición innovadora y un movimiento de cambio progresista y deseable sostenidos por la esperanza de que la relación entre sujetos iguales reemplace a los vínculos varón sujeto/mujer objeto propios de la cultura patriarcal. Las otras respuestas, en cambio se sustentan en las creencias tradicionales sobre las desigualdades en el vínculo entre los géneros, y por tanto son posiciones conservadoras y movimientos de cambio retrógrado, rechazables y no deseables.
Dicho esto, nos surge una segunda pregunta: ¿Por qué tan pocos varones cambian de un modo progresista? ¿por qué, pese a que incluso muchos de ellos proclaman verbalmente el valor de la igualdad, son tan pocos los que desean, o se animan a adoptar posiciones innovadoras y a emprender una marcha hacia la igualdad? Los estudios de género aplicados a las investigaciones sobre la construcción de la masculinidad social y la subjetividad masculina, quizás nos pueden dar algunas claves para encontrar una respuesta.
Pensar a los varones desde la óptica de género supone entender que el lugar social del varón está sustentado en los milenarios y patriarcales mitos complementarios de la superioridad masculina y la disponibilidad femenina. Estos mitos, que funcionan como ideales y mandatos sociales, conceden a los varones por el hecho de serlo, mayores derechos que las mujeres a imponer sus razones, a la libertad, al uso del espacio-tiempo y a ser sujeto de cuidados. No sólo eso: dichos mitos son los ideales-matrices sobre los que se conforman los hábitos de pensamiento y comportamiento, la identidad y la autoestima masculina. Ellos legitiman la dominación masculina, e internalizados hacen creerse a los varones que "ser y sentirse varón" es tener derecho a ejercer poder y control sobre las mujeres.
La igualdad real con las mujeres en todos los ámbitos es un nuevo ideal que aún no tiene demasiado espacio entre los componentes que dan forma a la masculinidad, por lo que los varones tienden a sentir que con ellas hay solo dos lugares: dominante o subordinado: por eso ellos tienden a vivir cualquier avance de la mujer como intento de dominación femenina (Benjamin,1996; Bonino, 1998).
Por todo esto, aceptar a la mujer como igual no es tarea fácil para los varones. Cambiar hacia la igualdad supone un tremendo esfuerzo: no sólo renunciar a derechos adquiridos, sino poner en cuestión sus propios hábitos, su propia identidad, su imagen de la mujer y la base de su sentido de autoestima. Significa modificar comportamientos, pero también la propia mente para aceptar la igualdad con la mujer y no verla solo como amenazante o subordinada. Cambiar es transformar dentro de sí y en lo social, los mitos masculinos patriarcales que actúan como poderosas resistencias al cambio e incorporar nuevos ideales. Tarea difícil, pero que desde una ética de género, es el único modo de innovar y no quedar atrapado entre el mortífero inmovilismo, la nostalgia del machismo perdido o el victimismo del varón domado.
Otros factores se agregan para hacer difícil el movimiento de cambio innovador de los varones: la falta de modelos de masculinidad no tradicional,el aislamiento de los varones aliados a las mujeres, la censura al transgresor del modelo tradicional. Por ello no sorprende que el movimiento de cambio no sea mayoritario, ni promovido desde ellos, sino en general "forzado" desde el exterior .
Indudablemente, como hemos visto, a pesar de los obstáculos existen varones que están reaccionando de modo favorable hacia el cambio de las mujeres, y moviéndose hacia la igualdad. Pero también es cierto que ante los avances femeninos en estos últimos años, gran número de varones occidentales se están sumando a los movimientos de lucha contra las mujeres y el feminismo. ¿Cual será la tendencia futura? Aunque es difícil preveerlo, sabiendo que el futuro de igualdad no está garantizado sino que hay que construirlo , nos surgen unas últimas preguntas. ¿Cómo crear motivación en los varones para un movimiento de cambio hacia la igualdad con las mujeres?. ¿Cómo generar condiciones que promuevan su interés y neutralicen el temor a la pérdida que para muchos de ellos significa el cambio? ¿Cómo apoyar a los que ya están cambiando para que sigan avanzando sin romper su alianza con las mujeres?. ¿Cómo hacerles comprender la importancia del modelo democrático, no sólo en lo público sino también en lo doméstico? ¿cómo no encasillarse en el pasado?. ¿Cómo contribuir a desactivar los movimientos de varones conservadores de la vieja masculinidad?
Quizás aún no existen muchas respuestas para estas preguntas, pero algo es seguro: lo posible de realizar no podrá salir desde voluntarismos y cambios individuales. Será necesario el desarrollo de estrategias grupales y sociales que motiven a los varones y les permitan crear o desarrollar deseos de cambio para la igualdad. Y para ello, el modo óptimo debería ser el diseño de políticas que estimulen esos deseos, y apoyen la producción y la promoción del cambio masculino.
Por suerte, algo de esto ya se está haciendo, sobre todo en
Finalmente, es imprescindible ofrecer espacios, tales como grupos de reflexión, cursos y jornadas sobre la condición masculina, donde los varones puedan explorar nuevos roles, sus sentimientos contradictorios hacia las mujeres, sus dificultades para el cambio y desarrollar su capacidad empática y cuidadora. Y donde puedan desactivar la idea que que la lucha por la igualdad deben protagonizarla sólo las mujeres, como si los varones fueran ajenos a ese problema.
Según numerosos estudios (Hearns,1992; Seidler;1997) los varones parecen más proclives al cambio innovador en determinados momentos críticos de transición vital: adolescencia, nacimiento del primer hijo, crisis de los 30,40 o 50, cambios en lo laboral, enfermedades o accidentes que ponen en juego la vida, y separaciones. Teniendo en cuenta esto, las políticas de estímulo y promoción del cambio deberían apuntar a incidir en esos momentos.
El cambio es posible y las políticas pueden generar condiciones para ello, pero nada podrá hacerse sino existe en última instancia, la disposición para el cambio en los mismos varones, el deseo de tomar iniciativas para construir vínculos más igualitarios y justos con las mujeres y no sólo "adaptándose" pasivamente a ellas.
Y para concluir: como hemos visto, los cambios culturales y la lucha de las mujeres, junto a los estímulos políticos-sociales y la voluntad individual y grupal de muchos varones, están generando cambios en dirección hacia el trato igualitario en algunos integrantes del colectivo masculino. Ellos están comenzando a ser disidentes de la masculinidad dominante y a considerar realmente a las mujeres como sujetos de iguales derechos, con quienes se puede/se debe compartir las responsabilidades domésticas, el trabajo y el poder. Ahora bien, ¿Tienen algo en común estos varones que podríamos designar con el nombre de igualitarios?
En la bibliografía anglosajona comienzan a aparecer textos que se ocupan de estos varones. Uno, muy revelador (Christian,1994), nos puede servir para cerrar este artículo brindándonos un perfil de las prácticas de vida que generan en los varones un ejercicio de la igualdad.
En este libro se describe con gran claridad las experiencias vitales que el autor ha descubierto como comunes a estos varones igualitarios y que han influido significativamente en su comportamiento igualitario. Ellas son:
En primer lugar, experiencias significativas en la infancia y adolescencia alejadas o en colisión con las expectativas tradicionales sobre los géneros, tales como: buena relación con madre autónoma que trabaja en el ámbito público, padres no tradicionales, rebeldía ante padre autoritario, o padre y hermanos mayores cuidadores y afectuosos, falta o dificultad precoz de identificación con los aspectos agresivos del rol viril tradicional, escolaridad mixta y amistades femeninas habituales. Y también experiencias adversas siendo víctima de actitudes dominantes de otros varones (parientes, vecinos y educadores).
En segundo lugar experiencias adultas significativas tales como: el rechazo a un padre autoritario, el "ser todo un hombre" no aparece como un ideal de vida importante, experiencias en trabajos convencionalmente "no masculinos" y en grupos de desarrollo personal, e influenciado por varones no tradicionales. Y de modo destacado: el acercamiento intelectual precoz al feminismo, junto a relaciones afectivas importantes -presentes o pasadas- con mujeres feministas.
Finalmente, estos varones realizaron muchas decisiones de cambios personales en relación a redefinir su masculinidad hacia la igualdad en momentos críticos de transición vital (ver más arriba).
Probablemente, si nuestra vida (como varones) está atravesada por experiencias similares, algo más facil nos resultará el cambio. Pero si estas experiencias nos han faltado, nunca es tarde para acercarse a ellas. Vale la pena.
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* Este artículo será publicado en la revista española Lectora. Dones e intertextualitat, núm. 9, 1999. Luis Bonino Mendez es Psicoterapeuta, especializado en problemáticas masculinas y Director del Centro de Estudios de
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