jueves, 30 de octubre de 2008

Sor Juana Inés de la Cruz


Historia de Mujeres



Sor Juana Inés de la Cruz



Todos los años de ocultamiento contribuyeron en mayor o menor medida a forjar ciertos mitos acerca de figuras femeninas, y la historia que presentaremos no resulta ser la excepción. De esta manera, y a partir de un acto de irreverencia histórica se mezclan nuevamente los episodios y los hechos, unas vez más, hacen que las voces se confundan. Mujeres actuales, recientes, del pasado inmediato y lejano se plantan ante nuestros ojos, para agonizar, revivir, dar fuerza a la historia y cobrar importancia a partir de ésta.
Hoy, nuevamente, desde estas páginas intentamos desbaratar el sentido oficial de los acontecimientos. Con esta firme convicción las historias y las mujeres nacen y mueren, conviven y debaten en la vida de Sor Juana Inés de la Cruz.


Yo, la peor de todas


Yo, la peor de todas (1990) es el título del film cuyo uión y dirección le corresponden a la recordada cineasta argentina María Luisa Bemberg (1922-1995).
El film narra los últimos ocho años de vida de Sor Juana Inés de la Cruz, poeta, religiosa y figura destacada de México en el siglo XVII. La mirada está puesta, fundamentalmente, en los problemas con el obispo inquisidor Seixas y sus luchas por aprender y escribir, que fueron la razón y la base de su existencia.
Y a partir, precisamente, de este dato comenzamos nuestro sinuoso camino. Un camino donde las fuentes, al igual que muchas de las historias de mujeres que reescribimos en esta sección, son siempre un gran interrogante. Sin embargo, el enigma sienta muy bien a este tipo de personajes, ya que torna un carácter abierto, sin cristalizaciones de ningún tipo. Aunque, el problema central siga siendo la inequidad histórica como producto de tantas otras inequidades tan comentadas a lo largo de nuestras publicaciones. Debido, indudablemente, a este desencuentro entre la justicia histórica y la mujer, y por la censura, el olvido, el ocultamiento nos vemos obligadas/os a recurrir al antiguo arte de la reconstrucción.
Por eso comenzamos esta historia en la historia de otras mujeres, esta es nuestra mayor elección simbólica.
Las películas de María Luisa Bemberg están centradas en el problema del poder de las instituciones sociales, el sometimiento y la represión de las mujeres a lo largo de la historia de la humanidad.
María Luisa Bemberg no se destacó solamente como cineasta. Se destacó en teatro, siendo fundadora y productora del Teatro del Globo en Argentina. La censura como mujer, como feminista y como artista la tocó bien de cerca y en la década del 70, fue a estudiar a la academia de actores de Lee Strasberg en Nueva York.
La cineasta fue además fundadora de la Unión de Feministas Argentinas y es una de las co-fundadoras del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. El reconocimiento internacional le llega a través de Camila (1984), película que recibió una nominación al Oscar, y que narra la vida y el fusilamiento de una mujer de la sociedad: Camila O´Gorman (1828-1848) quien se enamora de un sacerdote. Cabe destacar que este fue un hecho real ocurrido durante el siglo XIX. Todas las películas de Bemberg marcan este triste recorrido de las mujeres para lograr su igualdad.
Una de las preocupaciones de la directora fue exhibir en Yo, la peor de todas, la voluntad de la protagonista, es decir, la voluntad de Sor Juana, o la Décima Musa, como la llamaban, en no permitir doblegar sus ideales, aun con la terrible oposición social y cultural de la época. De esta manera la vida de Sor Juana Inés de la Cruz se construye al igual que la vida de la propia Bemberg en una lucha desigual de antemano entre el poder y las mujeres.
De esta manera, María Luisa Bemberg recogió el guante que dejó Sor Juana y Camila O´Gorman al expresar en una entrevista en el año 1986: "mi cine está comprometido con la ideología feminista".
Por eso una de las escenas fundamentales es la de Sor Juana niña, una escena que reconstruye un pasado que se reitera en su presente y que también se vincula a la lucha de la cineasta por la igualdad sexual. De este modo, la adulta (Sor Juana) rememora cuando era niña (Juana) y planeaba vestirse de hombre para poder ir a la escuela y estudiar. Este rasgo la emparenta con otra gran luchadora por la igualdad en el conocimiento entre hombres y mujeres como fue Concepción Arenal (1820-1893), a quien ya nos hemos referidos en el número 3 de Foeminas.
Concepción Arenal, con un siglo de diferencia, tuvo que utilizar ropas de hombre para poder asistir a las clases en la universidad, ya que lo otro era absolutamente impensable.
Recordar la historia de Sor Juana es posicionarse lejos, en un pasado que en muchas oportunidades se describe cercano.
Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695, San Miguel Nepantla) es principalmente, la primera mujer reconocida de la Nueva España (México) que se dedica de forma desgarradora a las letras y se destaca como poeta. Otro de los apelativos utilizados para referirse a Sor Juana fue la Poeta mexicana. Ha sido considerada, también, como la escritora más importante de habla hipana del siglo XVII, y según observaciones de Octavio Paz fue "el escritor más importante de Nueva España". (Tanto el subrayado como las letras en negrita son mías y son utilizadas para destacar el uso del género masculino como rasgo universal). No obstante, Octavio Paz dijo también refiriéndose a Sor Juana que "por primera vez en la historia de nuestra literatura, una mujer habla en nombre propio".
Pero, retornando los orígenes de Sor Juana estos deben servir para contextualizar su historia. Por eso, comenzaré diciendo que su nombre completo fue Doña Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana. De padre de origen vasco, Don Pedro Manuel de Asbaje, y madre, criolla, Isabel Ramírez de Santillana. La madre de Sor Juana tuvo dos esposos y seis hijos/as, pero nunca llegó a casarse con ninguno de sus maridos, por lo que sus hijos/as, incluyendo a Sor Juana, fueron considerados por tal razón como naturales(eufemismo de "bastardos").
Y aquí comienza a delinearse un perfil claro de la escritora. De la misma manera que Rosalía de Castro, presentada en el número 6 de Foeminas (1837-1885) su crianza no estuvo en manos de su madre y la "ilegitimidad social" fue algo que marcó ambas vidas.
En el caso de Sor Juana, de alguna manera, esta situación contribuyó a su formación y a sus intereses. Sor Juana vivió gran parte de su infancia en la casa de su abuelo materno, Don Pedro Ramírez de Santillana. Su abuelo fue una persona muy influyente durante la infancia de la escritora, ya que era amante de la poesía y la lectura en general.
De esta manera, Sor Juana pasó los años de su infancia acompañada por la lectura y las conversaciones de su abuelo y por la convivencia en el campo, en el pueblo de Nepantla, al pie de los volcanes. En este sitio se delineó parte de su sincretismo poético, ya que por este período aprendió la lengua náhualt para comunicarse con los habitantes de la zona. Gran parte de su escritura es una auténtica recuperación y un diálogo abierto entre culturas, donde está representada la cultura indígena, la española colonial y el criollismo mestizo. Sor Juana elige la comprensión del otro/otra antes que su avasallamiento, rasgo históricamente reiterado en nuestros relatos de mujeres.
Por ello, y acertadamente fue considerada como una ferviente representante y defensora de la cultura mexicana.


Hombres necios…

Los inicios de un feminismo sólido y temprano pueden rastrearse sin lugar a dudas en la obra y la actitud de Sor Juana. Su acción más irreverente frente a la sociedad patriarcal fue su obstinación por el conocimiento. Desde muy temprana edad se volcó a la búsqueda del conocimiento. Su deseo temprano por el saber comenzó cuando acompañaba a su hermana María a sus lecciones de gramática. Por eso, este deseo aparece en la escena de la película de María Luisa Bemberg como un anhelo destacado y un rasgo importante de la personalidad de la escritora. Sor Juana nunca pudo asistir a las clases de la Real y Pontificia Universidad de México, sin embargo con posterioridad, tomará veinte lecciones de gramática, lo que contribuye a mejorar su dedicación a los libros, a la literatura. Sus lecturas más frecuentes fueron las obras de Virgilio, Horacio, Ovidio, San Agustín.
A los trece años, Sor Juana fue a vivir a Ciudad de México a la casa de su tía María. Ya en Ciudad de México tuvo la oportunidad de asistir a la Corte de Don Antonio Sebastián de Toledo, Virrey de la Nueva España y de la Virreina Doña Leonor María de Carreto, de quien fue dama de honor. En la Corte fue venerada por su habilidad poética y sus conocimientos, a pesar de no haber recibido educación académica formal. No obstante, esa misma admiración también está plagada de envidia y odio hacia una mujer que, indudablemente, estaba ocupando un lugar que no le correspondía.
De este modo, señala el escritor y amigo de Frida Kahlo, Javier Villaurrutia, que "todos conocen la anécdota de que una vez fue sometida a un examen por los hombres más ingeniosos y sabios de Nueva España y que ella supo contestar todas las preguntas sobre temas diversos: filosofía, ciencias naturales, etcétera".
En 1880 la situación de Sor Juana ante los ojos de la Inquisición comenzó a complicarse, ya que estaban al acecho enemigos tan poderosos como el arzobispo de México, don Francisco de Aguiar y Seixas, y el obispo de Puebla, don Manuel Fernández de Santa Cruz.
En una de las escenas más importantes de Yo, la peor de todas, se describe su acorralamiento y su renuncia. Es la toma en la que escribe su carta final y expone la frase que da nombra al film. Es su despedida ante el acoso de la iglesia, la sociedad y los hombres necios de su tiempo.



Un claustro propio


El claustro del convento fue para Sor Juana la representación del concepto de Una habitación propia de Virginia Woolf (1882-1941), un lugar donde para ambas escritoras debía estar garantizada la libertad y la independencia creativa.
Sor Juana, una vez que decide ordenarse como religiosa y a su llegada al convento, solicita una celda propia para poder dedicarse por entero al estudio silencioso de sus libros, los cuales va adquiriendo poco a poco y llegarán a la suma de cuatro mil a lo largo de su vida.
Precisamente, hay una escena al principio de la película de María Luisa Bemberg que describe este lugar sagrado de trabajo, su claustro propio. Este encuadre del comienzo presenta a Sor Juana a través de sus instrumentos. Ella está pensando y escribiendo en su escritorio rodeada de sus objetos, sus herramientas de trabajo y sus libros. La imagen de Sor Juana se ve inclinada sutilmente hacia la izquierda. Esto, además de su lugar de trabajo nos permite observar el entorno. La luz artificial ilumina a Sor Juana y su mesa. Se ven los rayos del sol a través de la ventana y hay un foco de luz que se proyecta desde el suelo. La toma, indudablemente, exalta la soledad de Sor Juana y la contraposición con un mundo exterior.
Sor Juana explicita en Respuesta a Sor Filotea, un escrito realizado en base a una carta del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz donde se le sugiere que dedica más tiempo a los estudios de las escrituras que a los profanos, las razones que la llevaron a ingresar al convento:
"Entréme Religiosa porque…para la total negación que tenía para el matrimonio, era lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad de mi salvación".
El convento era prácticamente el único lugar que la libraba de la exigencia de la conformación familiar clásica y la aproximaba al camino reflexivo y contemplativo manifiesto desde sus deseos infantiles.
Quizá, la imagen fuerte de su madre, analfabeta y sola, a cargo de su casa, que gobernaba de maravillas, sus tías, mujeres autosuficientes, y una figura masculina ausente cuando no peligrosa, hayan delineado este perfil feminista temprano. Esto se ve muy reflejado en su poema "Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón" y en sus acciones desafiantes contra la imposición patriarcal. Sus manifestaciones son claras y autobiográficas: ella quiere ser reconocida y aceptada con sus desigualdad a cuestas y subvertir los modelos de la época. Sor Juana pide serlo junto al reclamo de sus antecesoras, apelando a su similitud con otras mujeres de la historia en quienes se legitima creando sus propios modelos y estableciendo un nuevo modelo.
Sin embargo, todas las razones la condujeron a entablar una lucha en pos de sus más sinceros deseos y convicciones. Descubrir sus pensamientos, la condujeron a resignar otros espacios de su soberanía.
De este modo, ella encontró, paradójicamente, en ese claustro un auténtico espacio de autonomía.


Extranjera en su patria


"(…)Contempróu cál pasaban e pasaban
collendo hacia o infinito,
sin que ó fixaren nela
os ollos apagados e afundidos
deran siñal nin moestra
de habela nalgún tempo conocido(…)".


Como lo expresaba Rosalía de Castro en su poema Extranjera en su patria, Sor Juana al igual que todas las historias de mujeres de nuestra sección no resultó ser la excepción. Al parecer toda mujer es una extranjera en su patria y en su tiempo.
La peste y la incomprensión firmaron su sentencia de muerte. Sin embargo, su pensamiento quedó expuesto en su obra y su conducta. La misma rebeldía que la llevó a escribir y a conocer fue la que la condenó a la censura y al exilio creativo.
Escribió y se destacó en la poesía amorosa, poesía popular, teatro religioso y profano, sonetos, romanzas e incluso villancicos. Dejó un legado estético y político para todas las mujeres que vivieron junto a ella, lejos y cerca de su patria, fuera y dentro de su tiempo y de su conmovedora historia.


Micaela Fernández Darriba

Hombres necios

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de los mismo que culpáis.

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión ninguna gana;
pues la que más se recata,
si no os admite es ingrata,
y si os admite es liviana.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Más entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejáos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cual mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que se cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cual es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón.
acusaréis la afición;
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

Sor Juana Inés de la Cruz


Fuentes: Revista Foeminas

http://foeminas.lugo.es/2006/octubre/historia_de_mujeres_cast.htm

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